En primer lugar, es importante conocer los diferentes tipos de prevenciones que se pueden aplicar a cualquier enfermedad o situación dañina para la salud. Así, podemos destacar cuatro tipo de prevenciones:
-Prevención primaria: Se trata de prevenir la aparición de la enfermedad en pacientes sanos. Reducir el riesgo de nuevos casos interviniendo sobre factores de riesgo y protección. Un ejemplo son las campañas de prevención de inicio de tabaquismo en adolescentes.
-Prevención secundaria: Trata de realizar una detección temprana de los problemas de salud y facilitación de cambios de conducta que permitan el tratamiento de las enfermedades. Un ejemplo son las pruebas de screening.
-Prevención terciaria: Trata de realizar una recuperación de la salud y prevención de recaídas.
-Prevención cuaternaria: Plantea acciones que se toman para identificar a los pacientes en riesgo de sobretratamiento, para protegerlos de nuevas intervenciones médicas y para sugerirles alternativas éticamente aceptables.
El SIDA (acrónimo de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) es un cuadro que genera un deterioro de la inmunidad celular: desciende la proporción de linfocitos T colaboradores/supresores (con cantidad doble de supresores que de colaboradores, cuando normalmente es a la inversa), disminuye la actividad de las células NK y disminuyen los macrófagos.
Cuando el virus VIH entra en el organismo, nuestro sistema inmunológico necesita un tiempo mínimo para generar los anticuerpos frente a este virus concreto, periodo que oscila entre las 3 y las 12 semanas. A esto se le denomina "periodo ventana", tiempo durante el cual una persona infectada por el VIH puede contagiar a otras personas aunque no sea detectable a través de la prueba aún (análisis de sangre).
Como no podemos saber si una persona tiene el VIH, hay que tener en cuenta que después de una práctica de riesgo es imprescindible dejar transcurrir 3 meses antes de hacernos la prueba y que los resultados sean fiables.
Así, en relación a la prevención del SIDA podemos mencionar las siguientes acciones:
-Prevención primaria:
Implica una educación para la salud, información para modificar hábitos y evitar el contagio.
-Prevención secundaria:
Conlleva conseguir que las personas se sometan a pruebas de seropositividad cuando sospechen contagio, fomentar estrategias de afrontamiento que incrementen la percepción de control de la enfermedad y reduzcan los síntomas depresivos o la indefensión.
-Prevención terciaria:
Implica facilitar una evolución de la enfermedad lo más positiva posible, evitando recaídas y complicaciones, así como intervenir en las respuestas negativas emocionales mediante técnicas psicológicas apropiadas y plantear un apoyo en la fase terminal.
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