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Foto del escritorMarta Cordero psicóloga

La metáfora del autobús. Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).

Actualizado: 7 jun

Desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT) el sufrimiento de las personas viene principalmente por la evitación experiencial. Este concepto hace referencia a la evitación de aquellas experiencias internas (pensamientos, emociones y sentimientos) que nos hacen sentir mal. Al intentar evitarlos presentamos un mayor sufrimiento a largo plazo generando que lo que en un primer momento fue una solución a nuestro malestar, acabe convirtiéndose y transformándose en el problema.


La ACT plantea la aceptación de estos eventos internos y la acción guiada por valores. Así, para explicar este hecho, la ACT plantea la metáfora del autobús que dice así:


“Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa. Mientras conduces el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, ahora gira a la derecha, ahora vete más rápido, etcétera. Incluso te insultan y desaniman: “eres un mal conductor”, “un fracasado”, “nadie te quiere”,… Tú te sientes muy mal y haces casi todo lo que te piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así te dejen conducir tranquilo. Pero algunos días te cansas de sus amenazas, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y te enfrentas con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, has dejado de conducir y ahora no estás yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y no puedes bajarlos del autobús. Así que, resignado, vuelves a tu asiento y conduces por donde ellos mandan para aplacarlos. De esta forma, para que no te molesten y no sentirte mal, empiezas a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Haces lo que te ordenan y cada vez lo haces antes, pensando en sacarlos de tu vida. Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que girarás a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre ti y te amenacen. Así, sin tardar mucho, empezarás a justificar sus decisiones de modo que casi crees que ellos no están ya en el autobús y convenciéndote de que estás llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso aceptas el trato y haces lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver. ¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor eres tú. "






Tal y como se aprecia en el vídeo de la metáfora del autobús, vemos a un chófer viajando con pasajeros. Los pasajeros son los pensamientos, las emociones. El chófer trata de evitarlos, trata que se queden en el fondo del bus. Sin embargo, los pasajeros una y otra vez se acercan. Vemos a un chófer que termina escuchando y siguiendo los mandatos de estos “pasajeros”, es decir, de sus propios pensamientos que le dicen que no va a poder, que va a fracasar, que no vale la pena intentarlo. Al seguir lo que dicen estos “pasajeros”  no puede tomar por el camino que realmente desearía. Por momentos intenta luchar con los pasajeros, pero esto implica que debe parar el autobús y no seguir el camino que desea. Finalmente, podemos observar en el vídeo que el chófer decide aceptar a los pasajeros y llevarlos con él en el viaje, un viaje que ahora está guiado por sus propios valores, por lo que es  realmente importante para él. Así, en nuestra vida, no nos sirve luchar contra nuestros pensamientos, emociones y sentimientos; estos pueden seguir ahí, y cuando dejamos de luchar contra ellos pierden su fuerza. En definitiva, nuestras emociones y pensamientos son solo eso, eventos internos y no hechos ni verdades que deban guiar nuestro camino.

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